Tras estudiar a fondo el ADN un grupo de investigadores rusos formados por científicos de diversas especialidades -entre ellos genetistas y lingüistas- ha llegado a la conclusión de que puede ser modificado mediante sonidos y frecuencias y, por tanto, ¡por las palabras! Los lingüistas rusos descubrieron que el código genético -especialmente en la parte menos estudiada hasta ahora- sigue las mismas reglas de todas las lenguas. El poder de la palabra sobre la salud, sostenido durante milenios por diversas corrientes de pensamiento, quedaría así confirmado.
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