La Pelusa Local, de unos 30 Años-Luz de diámetro aprox., dentro de una Burbuja Local de unos 300 Años-Luz de diámetro.
La Pelusa Local (también llamada Nube Interestelar Local, Nube Interestelar Magnetizada, o Banda de Plasma Magnetizado) es una Nube Interestelar de unos 30 Años-Luz de diámetro, sostenida por un fuerte campo magnético, a través de la cual se está moviendo actualmente nuestro Sistema Solar.
Hace unos 10 millones de años, un cúmulo de Supernovas estalló en una región cercana, creando de ese modo una gigantesca burbuja de gas con una temperatura de un millón de grados: la Burbuja Local. La Pelusa se formó a partir de la unión de la Burbuja Local y la Burbuja Loop I, y se encuentra completamente rodeada por este material a alta presión, expulsado por las Supernovas, manteniéndose en su lugar gracias al campo magnético.
El Sol, junto a Estrellas como Alfa Centauri, Arcturo, Fomalhaut y Vega, está inmerso dentro de la Pelusa Local. Según Wikipedia, nuestro Sistema Solar habría ingresado a la Nube Interestelar hace entre 150.000 y 44.000 años, y permanecerá en ella 10.000 ó 20.000 años más. Sin embargo, parece ser que sólo ahora comenzamos a adentrarnos en la zona más densa de la Pelusa.
La Pelusa Local (también llamada Nube Interestelar Local, Nube Interestelar Magnetizada, o Banda de Plasma Magnetizado) es una Nube Interestelar de unos 30 Años-Luz de diámetro, sostenida por un fuerte campo magnético, a través de la cual se está moviendo actualmente nuestro Sistema Solar.
Hace unos 10 millones de años, un cúmulo de Supernovas estalló en una región cercana, creando de ese modo una gigantesca burbuja de gas con una temperatura de un millón de grados: la Burbuja Local. La Pelusa se formó a partir de la unión de la Burbuja Local y la Burbuja Loop I, y se encuentra completamente rodeada por este material a alta presión, expulsado por las Supernovas, manteniéndose en su lugar gracias al campo magnético.
El Sol, junto a Estrellas como Alfa Centauri, Arcturo, Fomalhaut y Vega, está inmerso dentro de la Pelusa Local. Según Wikipedia, nuestro Sistema Solar habría ingresado a la Nube Interestelar hace entre 150.000 y 44.000 años, y permanecerá en ella 10.000 ó 20.000 años más. Sin embargo, parece ser que sólo ahora comenzamos a adentrarnos en la zona más densa de la Pelusa.
Perspectivas de Catástrofe Global.
La Nube Interestelar o Pelusa Local.
Aunque la NASA aceptó oficialmente esta información en Diciembre del 2009, el Dr. Alexey Dmitriev, un geólogo miembro de la Academia de Ciencias de Rusia, se adelantó a esto, y alertó al mundo de una posible Catástrofe Global que ocurriría a más tardar hacia el 2021 ó 2033, en su polémico monográfico «Estado Planetofísico de la Tierra y la Vida» (1997). Dmitriev escribió: «El aumento de la actividad solar es un resultado directo de los crecientes flujos de materia, energía e información que experimentamos a medida que avanzamos hacia la nube de energía interestelar. El Sol sufre nuevas exigencias y nosotros experimentamos el impacto de esas exigencias en nuestro propio planeta. El tiempo transcurrido hasta que las principales perspectivas de catástrofes globales se conviertan en una realidad no pasará de dos o tres docenas de vueltas de la Tierra alrededor del Sol. Esto no es ninguna exageración; de hecho, creemos que esta predicción es más bien "blanda"». Es decir, las principales catástrofes globales comenzarían, a más tardar, el 2033, el 2021, o mucho antes. De hecho, el 2010 parece haberse iniciado un notable incremento en los desastres naturales, y todo indica que la tendencia al alza se mantendrá.
Entrevistado por el periodista Lawrence Joseph en Noviembre del 2005, Dmitriev dijo que la Catástrofe Global —que incluye huracanes, terremotos y erupciones volcánicas que se sincronizarán y amplificarán mutuamente— probablemente tenga lugar en unos pocos años, no en unas décadas.
El 23 de Diciembre del 2009, la NASA confirmó que el Sistema Solar está ingresando en una extraña Nube Interestelar Magnetizada. En la Revista Nature se especifica que siguiendo los datos de las Sondas Voyager, se descubrió un poderoso campo magnético justo en las afueras del Sistema Solar.
La Onda de Choque.
Las Sondas Viking 1 y 2 permitieron el descubrimiento de la Pelusa Local.
La Pelusa se mantiene justo afuera de la frontera del Sistema Solar gracias a la Heliósfera (Campo Magnético del Sol inflado por el Viento Solar, formando así una burbuja magnética de más de 10.000 millones de kilómetros de ancho), que actúa como un escudo que ayuda a proteger al Sistema Solar interno de los Rayos Cósmicos Galácticos y de las Nubes Interestelares.
EL tamaño de la Heliosfera se encuentra determinado por un equilibrio de fuerzas: el Viento Solar infla la burbuja desde el interior, mientras que la Pelusa Local la comprime desde afuera. Esta compresión podría permitir que más rayos cósmicos lleguen al interior del sistema solar, lo cual posiblemente afectaría al clima de la Tierra y los viajes seguros de los astronautas en el espacio interplanetario.
En su navegación por el Espacio, la Heliósfera se ha topado con un terreno difícil, específicamente con cintas y estrías magnetizadas que contienen Hidrógeno, Helio, Hidróxilo (un Átomo de Hidrógeno unido por un solo nexo a un Átomo de Oxígeno) y otros elementos, combinaciones y compuestos.
Como cualquier otro objeto que viaja a través de cualquier otro medio (un bote que avanza por el agua, por ejemplo), la Heliósfera ha creado una Onda de Choque delante de ella, a medida que empuja partículas de Espacio Interestelar. Esa Onda de Choque se ha vuelto más grande y gruesa desde el momento en que la Heliósfera entró en esa región más densa del Espacio, donde es necesario apartar más partículas del camino. Dmitriev explica que la Onda de Choque de la Heliósfera se ha multiplicado por 10: de 4 a 40 Unidades Astronómicas (una Unidad Astronómica [UA] es la distancia entre la Tierra y el Sol: unos 150 millones de Kms).
El crecimiento del grosor de esta Onda de Choque ha causado la formación de un plasma colusivo, que ha provocado un exceso de plasma en torno al Sistema Solar y, luego, su penetración en los campos interplanetarios, que constituye una donación de materia y energía.
La Onda de Choque está envolviendo el borde de la Heliósfera, de la misma manera en que las llamas envuelven la parte delantera y los lados de un Transbordador Espacial cuando éste entra en la atmósfera, salvo que los Transbordadores Espaciales poseen escudos diseñados para protegerlos y evitar que se achicharren.
Efectos en el Sistema Solar Mapa del Sistema Solar, tal como era concebido en 1999 (está a escala logarítmica).
EL tamaño de la Heliosfera se encuentra determinado por un equilibrio de fuerzas: el Viento Solar infla la burbuja desde el interior, mientras que la Pelusa Local la comprime desde afuera. Esta compresión podría permitir que más rayos cósmicos lleguen al interior del sistema solar, lo cual posiblemente afectaría al clima de la Tierra y los viajes seguros de los astronautas en el espacio interplanetario.
En su navegación por el Espacio, la Heliósfera se ha topado con un terreno difícil, específicamente con cintas y estrías magnetizadas que contienen Hidrógeno, Helio, Hidróxilo (un Átomo de Hidrógeno unido por un solo nexo a un Átomo de Oxígeno) y otros elementos, combinaciones y compuestos.
Como cualquier otro objeto que viaja a través de cualquier otro medio (un bote que avanza por el agua, por ejemplo), la Heliósfera ha creado una Onda de Choque delante de ella, a medida que empuja partículas de Espacio Interestelar. Esa Onda de Choque se ha vuelto más grande y gruesa desde el momento en que la Heliósfera entró en esa región más densa del Espacio, donde es necesario apartar más partículas del camino. Dmitriev explica que la Onda de Choque de la Heliósfera se ha multiplicado por 10: de 4 a 40 Unidades Astronómicas (una Unidad Astronómica [UA] es la distancia entre la Tierra y el Sol: unos 150 millones de Kms).
El crecimiento del grosor de esta Onda de Choque ha causado la formación de un plasma colusivo, que ha provocado un exceso de plasma en torno al Sistema Solar y, luego, su penetración en los campos interplanetarios, que constituye una donación de materia y energía.
La Onda de Choque está envolviendo el borde de la Heliósfera, de la misma manera en que las llamas envuelven la parte delantera y los lados de un Transbordador Espacial cuando éste entra en la atmósfera, salvo que los Transbordadores Espaciales poseen escudos diseñados para protegerlos y evitar que se achicharren.
Efectos en el Sistema Solar Mapa del Sistema Solar, tal como era concebido en 1999 (está a escala logarítmica).
Ésta Onda de Choque está presionando nuestra Heliósfera, inyectando grandes cantidades de energía en los campos interplanetarios, que sacuden el Sol y hacen que se comporte de manera errática, alteran el Campo Magnético Terrestre, y son la verdadera causa del Calentamiento Global que está experimentando nuestro Planeta. Dmitriev cree que nuestra Heliósfera permanecerá dentro de la Onda de Choque durante los próximos 3.000 años.
La Onda de Choque es más intensa en el borde anterior de la Heliósfera a medida que ésta avanza a través del Espacio Interestelar, así como la estela de un barco es más picada en la parte delantera, en el punto donde el casco corta el agua. Por lo tanto, la Onda de Choque impacta con más fuerza en las Atmósferas, climas y campos magnéticos de los Planetas Exteriores: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Tanto en Urano como en Neptuno se han producido desplazamientos de los Polos Magnéticos, de una manera muy similar a lo que está empezando a ocurrir en la Tierra, según creen los científicos. Y las Atmósferas de ambos Planetas brillan con más luz y parecen estar calentándose, evidenciando así las nuevas aportaciones de energía.
Las Auroras Boreales, esos espectaculares fenómenos luminosos producidos por repentinas inyecciones de radiación en una Atmósfera, han empezado a aparecer en Saturno, que a fines de Enero del 2006 regaló a los astrónomos una tormenta eléctrica del tamaño de Marte, con relámpagos mil veces más fuertes que los que suelen darse en la Tierra. Por primera vez se han visto géiseres similares a los de Yellowstone en Enceladus, la luna de Saturno.
Júpiter está exhibiendo algunos de los efectos más pronunciados de la Onda de Choque. Su Campo Magnético ha duplicado su tamaño y en la actualidad se extiende hasta Saturno. Los Campos Magnéticos son, literalmente, Campos de Energía; para duplicar su tamaño, hace falta el doble de la cantidad de energía que los sostiene.
Desde la Tierra, el Campo Magnético de Júpiter, si fuera visible, parecería más grande que el Sol a simple vista. Se han producido Auroras Boreales entre Júpiter y su satélite Ío, que también ha exhibido una actividad volcánica sin precedentes. Pero el hallazgo más impresionante de todos tuvo lugar en Marzo del 2006, cuando se descubrió que Júpiter está generando una nueva Mancha Roja, en esencia, una tormenta electromagnética interminable, casi tan grande como la Tierra.
Los astrónomos le vienen siguiendo la pista a esta nueva Mancha Roja, conocida oficialmente como Óvalo BA, desde el año 2000, cuando tres manchas más pequeñas chocaron y se fusionaron, formando una nueva conflagración. El Óvalo BA ha crecido hasta alcanzar alrededor de la mitad del tamaño de la Gran Mancha Roja original de Júpiter, la tormenta más poderosa del Sistema Solar, que ruge desde al menos 300 años.
La profundización del color rojo del Óvalo BA indica que está creciendo e intensificándose como tormenta. La energía que alimenta esta tormenta proviene de la Onda de Choque, que lanza energía a la Atmósfera de Júpiter, lo que estimula tormentas eléctricas y la erupción de volcanes en sus satélites.
Los efectos de la Onda de Choque también empiezan a detectarse en los Planetas Interiores. La Atmósfera de Marte está volviéndose más densa y, por lo tanto, potencialmente más apta para la vida, puesto que una Atmósfera más densa ofrece mayor protección contra las radiaciones cósmicas y solares. La composición química y la calidad óptica de la Atmósfera de Venus está cambiando, volviéndose más luminosa, un buen indicio de un incremento de su contenido de energía.
Aunque el Sol se encuentra en el centro de la Heliósfera y, por lo tanto, es el punto más lejano de los efectos de la Onda de Choque, es mucho más susceptible a las infusiones de energía que los Planetas. Así como el agua no puede absorber agua y la tierra no puede absorber tierra, la masa derretida de energía del Sol no puede disipar y disolver energía con la misma eficiencia que los cuerpos materiales fríos y duros de los Planetas. Por lo tanto, incluso las primeras aportaciones relativamente pequeñas de la Onda de Choque ya están produciendo impactos significativos en el Sol.
Todo lo que perturba al Sol nos perturba a nosotros, de modo que todos los Planetas, incluida la Tierra, se encuentran en un doble aprieto, puesto que reciben precipitaciones radiactivas tanto directa como indirectamente, a través de los trastornos que éstas crean en Sol.
Efectos en la Tierra
Sobre los efectos del paso hacia la Pelusa Local, escribe Dmitriev: «Los efectos en la Tierra se encuentran en la aceleración del desplazamiento de los polos magnéticos, en la distribución vertical y horizontal del contenido de ozono, y en el aumento de la frecuencia y la magnitud de significativos acontecimientos climáticos catastróficos. Las respuestas adaptativas de la biósfera, y de la humanidad, a estas nuevas condiciones pueden generar una revisión total y global de la gama de especies y de la vida en la Tierra».
La Tierra se comporta de manera muy similar a un organismo vivo, puesto que la Biósfera se autorregula. Si, por ejemplo, la Biósfera se calentase repentinamente como resultado de la entrada en la Pelusa Local, encontrará la manera de enfriarse, de la misma manera inconsciente y automática en que nuestros cuerpos se enfrían a través del sudor.
El mecanismo adaptativo de la biósfera ante un incremento de la temperatura podría ir desde un aumento de la cobertura protectora de nubes para dar sombra a la Tierra frente a un Sol demasiado poderoso, hasta la detonación de un supervolcán, como la erupción del Lago Toba hace 74.000 años, que llevó al planeta a una Edad de Hielo.
Pero hay límites a la capacidad de la Biósfera para autorregularse. Y esa capacidad de compensar decrece a medida que se inhabilitan ciertos componentes clave. Utilizando sus conocimientos de minería, Dmitriev ha identificado un nuevo «órgano vital» de la Biósfera: «Puesto que la Tierra es un organismo grande y muy organizado, cada una de sus unidades estructurales o territorios, tales como los sistemas montañosos, los ríos, las fallas tectónicas, los depósitos minerales, los yacimientos petrolíferos, etc., juegan un determinado papel funcional en su vida, y en sus conexiones con el mundo exterior. Por ejemplo, los depósitos de mineral de oro sostienen la estabilidad climática porque efectúan la conexión entre la actividad eléctrica de la atmósfera y la actividad eléctrica bajo la superficie de la Tierra».
La capacidad del oro y otros metales de conducir calor y electricidad, es vital para la Ecología Global. ¿Qué otra manera sería más natural para eliminar el exceso de energía de la atmósfera y la superficie de la Tierra que conducirla a través de la corteza hacia el manto del planeta?
El hecho más urgente es que se han extraído esos minerales de manera agresiva desde el comienzo de la Revolución Industrial, hace 150 años, que justamente también es la época en que tuvo comienzo la fase actual del Calentamiento Global. Al quitar esos metales, hemos disminuido la capacidad de la Tierra de absorber el exceso de energía de la Atmósfera. Ello podría ayudar a explicar parte del aumento de la severidad de las tormentas, puestos que están sobrecargadas por la energía proveniente de la Onda de Choque.
La Onda de Choque es más intensa en el borde anterior de la Heliósfera a medida que ésta avanza a través del Espacio Interestelar, así como la estela de un barco es más picada en la parte delantera, en el punto donde el casco corta el agua. Por lo tanto, la Onda de Choque impacta con más fuerza en las Atmósferas, climas y campos magnéticos de los Planetas Exteriores: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Tanto en Urano como en Neptuno se han producido desplazamientos de los Polos Magnéticos, de una manera muy similar a lo que está empezando a ocurrir en la Tierra, según creen los científicos. Y las Atmósferas de ambos Planetas brillan con más luz y parecen estar calentándose, evidenciando así las nuevas aportaciones de energía.
Las Auroras Boreales, esos espectaculares fenómenos luminosos producidos por repentinas inyecciones de radiación en una Atmósfera, han empezado a aparecer en Saturno, que a fines de Enero del 2006 regaló a los astrónomos una tormenta eléctrica del tamaño de Marte, con relámpagos mil veces más fuertes que los que suelen darse en la Tierra. Por primera vez se han visto géiseres similares a los de Yellowstone en Enceladus, la luna de Saturno.
Júpiter está exhibiendo algunos de los efectos más pronunciados de la Onda de Choque. Su Campo Magnético ha duplicado su tamaño y en la actualidad se extiende hasta Saturno. Los Campos Magnéticos son, literalmente, Campos de Energía; para duplicar su tamaño, hace falta el doble de la cantidad de energía que los sostiene.
Desde la Tierra, el Campo Magnético de Júpiter, si fuera visible, parecería más grande que el Sol a simple vista. Se han producido Auroras Boreales entre Júpiter y su satélite Ío, que también ha exhibido una actividad volcánica sin precedentes. Pero el hallazgo más impresionante de todos tuvo lugar en Marzo del 2006, cuando se descubrió que Júpiter está generando una nueva Mancha Roja, en esencia, una tormenta electromagnética interminable, casi tan grande como la Tierra.
Los astrónomos le vienen siguiendo la pista a esta nueva Mancha Roja, conocida oficialmente como Óvalo BA, desde el año 2000, cuando tres manchas más pequeñas chocaron y se fusionaron, formando una nueva conflagración. El Óvalo BA ha crecido hasta alcanzar alrededor de la mitad del tamaño de la Gran Mancha Roja original de Júpiter, la tormenta más poderosa del Sistema Solar, que ruge desde al menos 300 años.
La profundización del color rojo del Óvalo BA indica que está creciendo e intensificándose como tormenta. La energía que alimenta esta tormenta proviene de la Onda de Choque, que lanza energía a la Atmósfera de Júpiter, lo que estimula tormentas eléctricas y la erupción de volcanes en sus satélites.
Los efectos de la Onda de Choque también empiezan a detectarse en los Planetas Interiores. La Atmósfera de Marte está volviéndose más densa y, por lo tanto, potencialmente más apta para la vida, puesto que una Atmósfera más densa ofrece mayor protección contra las radiaciones cósmicas y solares. La composición química y la calidad óptica de la Atmósfera de Venus está cambiando, volviéndose más luminosa, un buen indicio de un incremento de su contenido de energía.
Aunque el Sol se encuentra en el centro de la Heliósfera y, por lo tanto, es el punto más lejano de los efectos de la Onda de Choque, es mucho más susceptible a las infusiones de energía que los Planetas. Así como el agua no puede absorber agua y la tierra no puede absorber tierra, la masa derretida de energía del Sol no puede disipar y disolver energía con la misma eficiencia que los cuerpos materiales fríos y duros de los Planetas. Por lo tanto, incluso las primeras aportaciones relativamente pequeñas de la Onda de Choque ya están produciendo impactos significativos en el Sol.
Todo lo que perturba al Sol nos perturba a nosotros, de modo que todos los Planetas, incluida la Tierra, se encuentran en un doble aprieto, puesto que reciben precipitaciones radiactivas tanto directa como indirectamente, a través de los trastornos que éstas crean en Sol.
Efectos en la Tierra
Sobre los efectos del paso hacia la Pelusa Local, escribe Dmitriev: «Los efectos en la Tierra se encuentran en la aceleración del desplazamiento de los polos magnéticos, en la distribución vertical y horizontal del contenido de ozono, y en el aumento de la frecuencia y la magnitud de significativos acontecimientos climáticos catastróficos. Las respuestas adaptativas de la biósfera, y de la humanidad, a estas nuevas condiciones pueden generar una revisión total y global de la gama de especies y de la vida en la Tierra».
La Tierra se comporta de manera muy similar a un organismo vivo, puesto que la Biósfera se autorregula. Si, por ejemplo, la Biósfera se calentase repentinamente como resultado de la entrada en la Pelusa Local, encontrará la manera de enfriarse, de la misma manera inconsciente y automática en que nuestros cuerpos se enfrían a través del sudor.
El mecanismo adaptativo de la biósfera ante un incremento de la temperatura podría ir desde un aumento de la cobertura protectora de nubes para dar sombra a la Tierra frente a un Sol demasiado poderoso, hasta la detonación de un supervolcán, como la erupción del Lago Toba hace 74.000 años, que llevó al planeta a una Edad de Hielo.
Pero hay límites a la capacidad de la Biósfera para autorregularse. Y esa capacidad de compensar decrece a medida que se inhabilitan ciertos componentes clave. Utilizando sus conocimientos de minería, Dmitriev ha identificado un nuevo «órgano vital» de la Biósfera: «Puesto que la Tierra es un organismo grande y muy organizado, cada una de sus unidades estructurales o territorios, tales como los sistemas montañosos, los ríos, las fallas tectónicas, los depósitos minerales, los yacimientos petrolíferos, etc., juegan un determinado papel funcional en su vida, y en sus conexiones con el mundo exterior. Por ejemplo, los depósitos de mineral de oro sostienen la estabilidad climática porque efectúan la conexión entre la actividad eléctrica de la atmósfera y la actividad eléctrica bajo la superficie de la Tierra».
La capacidad del oro y otros metales de conducir calor y electricidad, es vital para la Ecología Global. ¿Qué otra manera sería más natural para eliminar el exceso de energía de la atmósfera y la superficie de la Tierra que conducirla a través de la corteza hacia el manto del planeta?
El hecho más urgente es que se han extraído esos minerales de manera agresiva desde el comienzo de la Revolución Industrial, hace 150 años, que justamente también es la época en que tuvo comienzo la fase actual del Calentamiento Global. Al quitar esos metales, hemos disminuido la capacidad de la Tierra de absorber el exceso de energía de la Atmósfera. Ello podría ayudar a explicar parte del aumento de la severidad de las tormentas, puestos que están sobrecargadas por la energía proveniente de la Onda de Choque.
Posibles efectos en el Ser Humano.
La creciente incidencia de bolas de plasma en la Atmósfera es un signo de la inminente transformación de la Tierra, que incluye una interacción con procesos que están más allá del mundo tridimensional, dice Dmitriev.
La entrada en la Banda de Plasma Magnetizado de la Pelusa Local podría impulsar a la Glándula Pineal a producir más DMT y Pinolina, generando activaciones del Kundalini, y Proyección Astral, e incrementando las capacidades telepáticas en las personas, llevándonos a desarrollar nuestra capacidad de ver el paisaje invisible más allá del velo.